Son exactamente los que faltan para extender la toalla al sol, untarnos de crema factor veinte, anochecer a las diez y buscar las sombras de la ciudad. Trece domingos son exactamente los que faltan para el verano.

Un verano que da ganas, que despierta los deseos más mundanos como darse un chapuzón en el mar, poder descansar a orillas de una playa paradisíaca o tomarnos una cervecita fresquita en el chiringuito de turno. Verano que ya huele a sal, a crema solar y barbacoa. Que huele a libertad y esperanza.

Verano que suena a verbena de pueblo, a canción del verano, a olas en la orilla y a orillas con sonido a palas. A grillos nocturnos y chicharras a la hora de la siesta. A festivales en la playa y serenatas debajo de la ventana. A quinces de agosto.

Que sabe a sandia a ensaladas de pepino y tomate, a polos de fresa y helados de chocolate. A gazpacho, sangría y botellines a la fresca. A cenas al aire libre. A cochinillo y ensaladilla.

Verano que seguro llegará, y que si es como tiene que ser, como lo era siempre, como lo era antes, acabará con nuestra paciencia y sacará a la quejosa que llevamos dentro, y eso ahora es de un valor incalculable, lo de podernos quejar de que el niño te llena la toalla de arena o de que no quede un hueco libre en primera línea. Pequeños lujos disfrazados de gruñidos que con un poco de suerte y unas cuantas vacunas, volverán.

Hay gente que piensa que la clave es visualizar, otros destierran de su diccionario la palabra imaginar o futuro y algunos que se pasan todo el año tachando domingos hasta llegar a Agosto.

Como yo no me caso con nadie, y no sé muy bien que surtirá o no efecto, me imagino todas las mañanas el primer día de verano, me visualizo en la playa, al sol, sin prisa con toda la calma que el cuerpo gana cuando sabe que lo importante no es lo urgente, que estar ahí, escuchando las olas es el mejor sitio posible donde quedarse a vivir y empiezo a tachar domingos como una loca, esperando que llegue el sol.

Ya sé que queda mucho, pero a veces solo depende de cómo lo mires y la vara que uses para medir. Si lo pongo en días 91, en horas 2184, en minutos 131040.

Por eso yo prefiero hacerlo en domingos.

Bienvenidos a la cuenta atrás.

Texto e imagen: Esther Rija
Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
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