Esas dos llamas que ahora asoman en mi camisa coloridas, majestuosas y reinas y guapas, me dan felicidad.

¿Y cómo llegaron estos dos animalillos a mi vida?

La historia es que hace algunos meses, la artífice de esta maravilla que es Desafiando a Murphy, mi hermana, decidió que el mundo se le quedaba un poco chico y que tenía que sacar la bordadora que llevaba dentro. Se compró unas tijeras monérrimas, unos cuantos hilos y unos bastidores y allí que se lanzó. Como buena creativa lo de practicar en la nada se le quedó pequeño y empezó a pedir más. Yo, gran amante de ella y de las camisas, rebusqué entre mis joyas del armario y le di una vaquera que tiene por lo menos diez años y que ha sido uniforme primavera-verano desde que cayó en mis manos.

En principio era una prenda, básica y aburrida, una de tantas que copan armarios y tiendas varias de nombres cortos y dueños multimillonarios. Una más entre pantalones y chaquetas que esperaba el buen tiempo para que la sacase de paseo.

Después de un par de meses desde que se la dejé en custodia para que hiciese con ella lo que le saliese de los dedos y de esa cabeza en constante creación, me la ha devuelto así de bonita, así de joya, así de estupenda, así de llama-tiva y a mí, que no me puede gustar más, estoy feliz.

Han sido noventa días viendo como poco a poco las llamas se coloreaban, tomaban relieve y altura, buscaban con el cuerno mágico del unicornio el sol y los buenos tiempos. Dos meses viéndolas crecer y por fin el otro día me la dio y fue entonces cuando me he dí cuenta de cuanto necesitaba en mi vida esa camisa y esas dos llamas de colores que alegran los días y las primaveras, que ponen de buen humor  y recuerdan que el arte, la artesanía y la gente bonita son siempre imprescindibles para lo que algunas llamamos la buena vida.

Estoy deseando sacar a pasear mis llamicornias por la ciudad, el campo, el pueblo y enseñarles mundo. Mientras tanto, mientras llega el día,  las miro con ojos golosos colgadas en mi armario y rebusco entre mis ropas y me imagino ya como serán sus compañeras de viaje…

Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
Privacidad