IMPORTANTE. Las siguientes líneas no solo es que contengan un SPOILER como una CASA de grande, es que además cuentan literalmente como acaba la película. Así que si tienes intención de verla y formas parte del grupo de ingenuos que todavía duda del final de las pelis románticas, ¡no sigas leyendo!

El otro día viendo “Sexo fácil, películas tristes” me quede pegada a una reflexión que sobrevuela toda la película pero que no llega a volarte la cabeza hasta la última escena, cuando entiendes el fino hilo que lleva a los personajes durante los 87 minutos que dura. La cosa es que se cuenta la historia de un escritor metido a profesor que para sacudirse el gris de su vida y ganar algo mas de dinero escribe el  guión de una película romántica con todos los tópicos típicos.

Paralelamente el espectador puede ver como quedaría la película, la historia de un chico y una chica que se encuentran por casualidad en una librería y se gustan. Son como el día y la noche pero eso ellos aun no lo saben, ni si quiera lo intuyen. El chico hace cosas románticas, arriesgadas y tremendamente cautivadoras como invitar a desayunar a la chica cruasanes en la cama incluidos o llevarla a comer a cualquier ciudad con mar que este lo suficientemente lejos como para parecer un acto de amor heroico.

Así poco a poco se enamoran y como en toda película romántica que se precie después de unos meses de empalagosa y sincera relación, rompen. Los dos lo pasan mal pero, como en toda película romántica que se precie, se esfuerzan en disimularlo y seguir con sus vidas, que ahora están un poco mas vacías.

pepitas de limon

Fotograma de la película

Después de meses sin verse coinciden en la boda de sus dos mejores amigos y vuelve a saltar la chispa entre ellos, ya se sabe que donde hubo fuego… pero no es hasta la ultima escena, en el climax, cuando estás esperando a que la vida les sonría a ellos para que lo haga contigo también cuando de repente aparece él, la ultima noche del año, sobre la bocina de la última campanada, en la puerta de la chica y le suelta esto:

“Quiero estar contigo hoy, este año y todos los que vengan después también. Porque todo lo que venga a partir de ahora lo quiero hacer contigo. Y si tengo que cambiar mi vida la cambio, es que a mi me da igual. Y si tú tienes que cambiar un poco la tuya pues… no se la cambias también,  pero estemos juntos ¿De acuerdo? Donde sea, y sé que habrá otras mujeres en mi vida y que probablemente habrá no se… otros hombres en la tuya, mas guapos. Pero esto es como el gin tonic la importancia esta en los pequeños detalles y a mi me gustan tus detalles, me gusta el olor de tu ropa sudada cuando vienes de bailar, me gusta que te imagines una vida distinta, me gusta quedarme atontado mirándote cuando me cuentas algo que a veces no entiendo muy bien lo que me estas contando, me gusta que te imagines como vas a ser dentro de sesenta años y me gusta que te imagines como voy a ser yo y me gusta tu gin tonic, me encanta pero sobre todo me gusta la pasión con lo que lo preparas, porque esa pasión es la que quiero yo en mi vida y las cosas que no me gustan de ti son no se… como las pepitas del limón que las escupes y el gin tonic sigue estando bueno y es que cuando descubres que quieres a alguien no puedes perder el tiempo. Yo no quiero perder el tiempo yo quiero cuidar de ti.”

Ahí esta la cuestión del vivir, del amor y de todo lo que lleve limón, en las pepitas, porque apartándolas y sabiendo que el gin tonic está igual de rico es como se consigue llegar al final de nuestra película. Esa es la lección que todos deberíamos aprender,  aunque algunas veces nos traguemos alguna y se nos amargue el trago, aunque algunas veces no le pongamos limón, aunque algunas veces seamos más de ron.

Así que quitémosle las pepitas a la vida y démosle otro trago, el gin tonic nunca supo mejor.

*Fotografía y texto: Esther Rija

Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
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