“Algunos lo llaman fe,
otros lo llaman necesidad
muchos ya lo han encontrado
otros solo han oído hablar […]”
Xoel habla de amor, eso creo. Algo, eso del amor, en lo que aparentemente todo el mundo está de acuerdo, pero que en realidad nos toca y nos marca de distinta manera. Pienso en ello mientras en la televisión no paran de pasar imágenes del Cumbre Vieja, el volcán que hace unos días erupcionó en La Palma. Dijo basta, hasta aquí, no puedo más y empezó a escupir ríos de lava y magma para vaciarse para soltar lastre. El amor es un poco así, queda bonito desde lejos, cuando todo está bien, cuando nada perturba la paz, pero llega un día en el que decimos ya, y al igual que el volcán erupcionamos, nos vaciamos, soltamos por la boca todo lo que el volcán suelta por el cráter, nos llevamos por delante, el cariño, el respeto, la cordialidad, la sensatez, la palabra. Deja de ser bello.
Hace algún tiempo, cuando todavía estábamos a salvo del magma y la lava real presencie una ruptura. Dos de mis amigos se dijeron adiós delante de todos. Eran preciosos juntos, hasta su manera de decirse adiós lo fue. Ahora se que no para ellos.
Cuidado con acercarse demasiado a la boca del volcán, si no calculamos bien, puede que esta vez seamos nosotros los que acabemos fundidos dentro de él.
“[…] Algunos lo echan de menos
Y ansían volver a empezar
Muchos ya se han quemado
En la boca del volcán”