Nunca sabemos lo que tenemos en casa hasta que decidimos hacer reforma. Esta afirmación debería convertirse en un principio universal. Crees conocer la mayoría de las cosas que conviven contigo pero nunca podrías llegar a enumerar de forma fehaciente la lista completa de objetos que conforman tu hogar sin ponerlo todo patas arriba. Esto aumenta exponencialmente si sufres diógenes.

Hoy toca contar una historia basada en hechos reales que bien podría convertirse en el argumento de una película de sobremesa de Antena 3. Érase una vez el día en el que en la asamblea de mi casa se decidió, por mayoría absoluta y abrumadora, que había llegado el momento de cambiar el sofá. Tras sopesar si podíamos guardar el antiguo, por si acaso en algún momento de nuestra vida decidimos que queremos volver a estar incómodos y con dolor de espalda mientras vemos los programas de reformas de casas de Divinity, llegamos a la determinación de que el butacón y el tresillo 3 plazas para delgados, dos si comes hamburguesas hasta para desayunar, sólo tenía una misión final: descansar en paz.

Despedirse de un butacón y un sofá es muy duro, por eso hemos optado por hacerlo por partes. El otro día fue el turno del más pequeño, el cual debe ser más reducido en espíritu que en tamaño porque no cabía entero por la puerta, así que tuvimos que despiezarle.

Nunca sabemos lo que hay escondido en un sillón hasta que lo desarmas. Otra verdad universal.

Mi sillón, en concreto, guardaba: dos reglas, una pequeña con dibujitos y otra de 30 cm, una tarjeta de visita de un electricista, un horario de comidas del Baby Feber, un fósil de raspa de pescado, el patrón de una blusa y una felicitación navideña de 1977.

Me sorprendió mucho más que mi Baby Feber tuviera una dieta rigurosa que el que una felicitación pudiera llevar años escondida en el butacón. Hay cosas que desaparecen en las casas para ser encontradas tiempo después revalorizadas y encumbradas bajo la categoría de tesoros.

Ahora sólo tenemos el sofá de plazas dudosas y un botín. Todavía no somos capaces de sustituirlos, el apego al dolor de trasero es demasiado grande. Lo único que me mueve a pedir presupuestos es descubrir los grandes hallazgos que puede llegar a esconder el tresillo.

Nota a pie de página:

El butacón deconstruido todavía espera en la entrada a ser llevado al cielo de los butacones. Tenemos la secreta esperanza de que se vaya por su propio pie.

Además de la felicitación navideña, en 1977 un grupo de astrónomos descubre anillos alrededor de Urano, se estrenó la primera película de la saga «La guerra de las galaxias» y Nueva York sufrió el mayor apagón de su historia.

Actualmente, elegir un sofá se ha convertido en un máster de un año de duración con certificado de una universidad, una cualquiera, la que mejor os venga.

Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
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