Las palabras justas no es un diario al uso, ni una novela, ni un libro de aforismos. Es todo junto.

En el Milena Busquets muestra retazos en forma de frases y textos cortos, de un año en su vida, durante el cual la reflexión, la observación y la exploración están al servicio de su escritura. Nueva en el género de os diarios, pero veterana en eso de contar su vida tal y como sucede. Es afilada, ligera y ocurrente, capaz de desarrollar un humor fino e irónico que te lleva a devorar su año en apenas un par de horas. El amor la familia, el día a día, los entresijos de su oficio, el de escribir, forman el artefacto literario, como diría Rosa Montero, más certero de Milena.

El éxito está en la cotidianidad del relato, tendemos a rellenar las novelas o las películas con acontecimientos épicos y muchas veces lo único que haces una mañana de lunes es ir al dentista y la épica está en sonreír al desconocido que te sujeta la puerta del ascensor.

Me gusta tanto este libro, como los otros que tiene Milena, por su concisión a la hora de elaborar reflexiones. Esa manera casi anglosajona de economizar lo que se dice para mantener el interés del lector. Escribir como se habla, algo que ya hacían Martín Gaite, Ana María Matute o Nora Ephron.

Durante casi 140 páginas pasea por el amor en forma de amistad, de pasión, de familia, de profesión sin caer en la cursilería. Se aleja del sentimentalismo, pero no del sentimiento, para expresar, si cabe con más realidad, su vida y la de los otros.

En su lista de imprescindibles Matute o Delibes y más recientemente Jules Renard, maestros todos de la literatura vital. En su cabeza siempre esa máxima que ya adelantó Proust, la de decir más con menos, usar siempre las palabras justas.

Texto: Esther Rija

Fotografía: La Vanguardia

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